jueves, 10 de agosto de 2017

Testimonio de una Hermana



Nunca es tarde para agradecer el testimonio de hermanas, compañeras que nos han precedido en la misión, que no hicieron mucho ruido, que vivieron más bien en la sombra, pero que dejaron huellas profundas por donde pasaron.
Una de ellas, de esas hermanas, es Haide Niño. De la cual quiero transcribir el recorte de un diario del año 1983, encontrado dentro de un libro viejo en la Biblioteca de Alberti.
Yo la conocí entrando al noviciado y siempre la valoré por su sencillez, humildad y espiritualidad. Fue el primer testimonio que recibí de una hermana.
Juana Esther, fmm 

«Más allá de lo que la comunidad ofrece a través de sus hombres, nombres e instituciones, debemos señala la eficiente y significativa labor emprendida por una misionera de Fortín Olmos.
Nuestro pueblo se ve diariamente recorrido por una gran cantidad de personas que de una u otra manera necesitan movilizarse por sus compromisos diarios y por sus obligaciones que hacen el ir y venir de los habitantes de esta localidad. En ellos se divisa diariamente una persona, ella, que hace 8 años llegó a Fortín Olmos y que impulsada a realizar grandes obras no mide sacrificio ni distancias, no escatima esfuerzos, realiza y cumple una obra gigantesca, predicando la Palabra de Dios, brindando lo más grande de sí por el bienestar de los cristianos y su Iglesia. Me refiero a una misionera, a una benemérita Religiosa que supo ganar el cariño y amor de esta comunidad; su nombre es Haide María Miño, conocida popularmente como la Hermana Heide.
Esta silenciosa, simpática y agradable religiosa fue agasajada por la feligresía parroquial después del acto litúrgico, el 1 de octubre; con motivo de su retiro de Olmos para luego radicarse definitivamente en su ciudad natal, Buenos Aires.
En tal oportunidad recibió saludo y felicitaciones por su interesante trayectoria religiosa al servicio de los cristianos y que hoy se retira del Corazón de la Cuña Boscosa: Olmos, por razones familiares; pero esta localidad fortinera seguirá recordando su nombre y “ella” continuará sembrando semilla de fe, amor y comprensión, con su sueño divino: “abrir nuevos horizontes de evangelización”.Antes de viajar a Buenos Aires, en su breve alocución, nos dijo: “mi función como misionera es ofrecer ayuda a aquellos que más necesitan. Estoy sumamente satisfecha y orgullosa de este querido pueblo Fortín Olmos por toda su gente, y si algo han aprendido de mí, yo aprendí mucho más de ellos”.»

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