viernes, 23 de diciembre de 2016

Felisa Santillan escribe desde Salta

Equipo de SEDRONAR del Barrio “Norte Grande”
Felisa es una trabajadora social “en terreno” que ha luchado y sigue luchando para que sus colegas salgan de las oficinas, único modo de poder hacer un trabajo eficaz. Esta inquietud no solamente es para Salta, sino que la ha transmitido a nivel nacional, logrando que desde Buenos Aires nos visitaran para ratificar este modo de trabajo y afianzar la idea de que, para luchar contra la droga, no es suficiente la buena voluntad, sino que hace falta profesionalidad. Nuestra hermana Andrea integraba este equipo y, el día de la despedida de la Parroquia “María Reina de la Paz”, llevó esta foto y este escrito, que queremos compartir con todas Uds.

“Esta la historia de amor entre mujeres de gran espíritu y valiente  corazón, donde la solidaridad y la ternura entre vecinos, hizo que en el Barrio “Norte Grande de la ciudad de Salta, un grupo de madres, hijos,  esposas y hermanas, empiecen a querer “estar bien”, para ellos y familias de su comunidad
De sobra sabemos todas las complicaciones y situaciones de “sufrimiento social” (adicciones, pobreza, violencia, etc.), por la que atraviesa actualmente nuestra sociedad. Lo que hace la diferencia, es nuestra actitud frente a estas realidades. Es aquí donde puedo contar un pedacito de esta historia, agradeciendo la posibilidad que tuve de participar en ella.
Algunos chicos del Barrio le dicen: “Abuelita”, otros dicen: “Hermanita”. Ella es Andrea Mur. Que, entre varias enseñanzas fruto de toda una vida de sabiduría y servicio, siempre nos dice: “Hay que estar en terreno. Desde un escritorio o una oficina, no se puede diagnosticar la realidad”. También nos insiste con el fútbol y los deportes, como medio de contención y prevención. Con sus 82 años y caminando con su bastón, cada mañana nos manda su energía y es el más fiel signo de que no hay impedimento alguno que le impida avanzar.
También hay  muchas otras  mujeres que dan testimonio de superación y resiliencia, que nos abren las puertas de su hogar, donde siempre hay un mate dulce para compartir, como ser: la familia Zárate, Marcela, Nena, Nina, Natalia, Zoe, (también Ransés, Jeremías, Fernando y todos los primos y primas), que dan igualmente testimonio de superación.
Las mujeres que trabajan incansablemente por la Iglesia: Dña María, Juanita, que siempre tienen una palabra de aliento para cuando queremos bajar los brazos.
Hay otras que trabajan más políticamente: Cecilia y Elvi , y que a su modo, buscan colaborar para dar contención y oportunidades a los chicos del Barrio.
También estamos las trabajadores sociales (Paola y yo) que intentamos brindar lo mejor de nosotras mismas.
Saben lo que hay de común entre todas estas mujeres? Que todas trabajan con mucho amor y educación, por la posibilidad de soñar, hacer, construir mejores condiciones de vida para la comunidad.
El ciclo de vida  y lo natural, cambian. Unos van y otros llegan, pero lo que queda grabado en el corazón, jamás se olvida, y es alimento para seguir trabajando.
Gracias hermana Andrea por compartir esta historia, y por todo lo que me enseñaste. Con mucho afecto
FELISA


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